Termómetros para Bebés

Tipos de termómetros

Hoy en día, en el mercado, existen multitud de termómetros. Sobre todo si se presta atención a los colores, los tamaños y las características de medición. Lo cierto es que más o menos se pueden englobar en cuatro gamas. Al final elegir entre uno u otro depende de varios factores. Como es lógico un termómetro para bebé no será igual que uno para un adulto ni un termómetro para el hogar será tan específico y exacto como los de los hospitales. Por lo general la mayoría de termómetros son digitales y se pueden encontrar en un supermercado o en una farmacia tienen precios muy variados y permiten obtener la temperatura oral, rectal y axilar. Están formados por una sonda de plástico flexible con un sensor de temperatura y una pantalla fácil de leer en el otro extremo. Estos son siempre los más recomendados.

Pero claro, existen otras opciones como los termómetros electrónicos de oído miden la temperatura del canal interior auditivo. Son rápidos y muy fáciles de usar en niños y bebés solo que no son tan precisos como los digitales. El único inconveniente es que, para que funcionen correctamente los infrarrojos, estos tienen que incidir directamente en el tímpano, por lo que si el niño acumula mucho cerumen o se mueve mucho será muy difícil. Otra opción es el termómetro sin contacto. Estos instrumentos permiten realizar mediciones de temperatura muy precisas en pocos segundos, incluso cuando el bebé está dormido. Son prácticos y fiables ante cualquier solución y muy útiles para los más pequeños. Por último, los termómetros de mercurio pese a ser los más exactos están prohibidos por riesgo de contaminación.

te hablamos ahora de los tipos de termómetos que pueden encontrar en el catálogo de DosFarma.

Termómetros digitales

Un termómetro digital es un instrumento portátil para la detección de la temperatura corporal. Está formado por una sonda de plástico flexible con un sensor de temperatura en un extremo y un marcador digital en el otro. Utiliza sensores de calor electrónicos capaces de registrar la temperatura del cuerpo. Puede usarse en diferentes partes del cuerpo como el recto, el oído, la boca o la axila, aunque estas últimas suelen ser menos exactas. Cumplen multitud de funciones tanto a nivel médico para la supervisión del estado del paciente como para la salud del hogar, la cocina o la temperatura de los alimentos. Es importante conocer cómo usarlo correctamente.

Lo primero es preparar el termómetro limpiándolo con una solución jabonosa y secándolo con un paño antibacteriano en caso de que este estuviera mucho tiempo almacenado. Después se deberá encender el interruptor hasta que en la pantalla salga reflejado en número 0. Colocar el termómetro en la parte deseada y sostenerlo en la posición correcta. Una vez se han hecho estos pasos, oprimir el botón para que el aparato comience a leer la temperatura. Esto puede tardar unos segundos. Una vez realiza el pitido es posible retirarlo y observar la temperatura medida. Hay que tener en cuenta que la temperatura normal del cuerpo es de 37 grados.

Termómetros sin contacto o de infrarrojos

El termómetro sin contacto o por sensor de infrarrojos se usa para medir en pocos segundos y de forma precisa la temperatura. Es muy fiable y usa una técnica novedosa que resulta muy útil para los bebés, ya que permite realizar mediciones incluso cuando el pequeño está dormido. Estos termómetros no funcionan del mismo modo que los tradicionales. Mientras que estos llevan a cabo la medición a través de la vía oral, axilar o rectar, los infrarrojos lo consiguen mediante un sensor a distancia. Pese a la que esta nueva tecnología resulta muy eficaz es imprescindible tener en cuenta algunas consideraciones, ya que es muy sensible a ciertas condiciones. Para sacar el máximo partido, hay que tener en cuenta una serie de consejos:

1. Mantén el sensor infrarrojo limpio. No se debe tocar ni soplar.
2. Espera unos minutos para que se equilibre con la temperatura ambiente.
3. Permanece en el mismo entorno que el termómetro durante 10 minutos.
4. Comprueba la temperatura habitual antes de caer enfermo.

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