Es ley. Es llegar septiembre y comenzamos a escuchar los clásicos comentarios de la vuelta a la rutina. Esos en los que los hábitos alimentarios ocupan un lugar especial a la hora de criticar los excesos del verano, las cervezas en el chiringuito y las comidas en la playa (el bendito arroz caldero clásico del Mar Menor, la ración de calamares o los caballitos rebozados). Parece que nos concedemos una especie de permiso implícito conforme el calorcito va acercándose (porque la cervecita fría en la terraza es síntoma de buena salud mental, claro). Pero al llegar septiembre, la vuelta al cole, al trabajo, a los horarios establecidos y a la rutina, nuestra actitud tiende a cambiar radicalmente. Ahora, esa cervecita en la terraza la vemos como parte de un pasado en el que igual nos han faltado límites y por eso arrastramos algún kilito más que no teníamos al principio de verano. Por eso, septiembre es caldo de cultivo para los temidos trastornos de la conducta alimentaria (de aquí en adelante, nos referiremos a ellos como los TCA).
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA): qué son y en qué consisten
Los TCA constituyen un grupo de trastornos psicopatológicos en los que la persona mantiene un comportamiento alimentario inadecuado, en el que las conductas controladoras y obsesivas priman, sobre todo en lo relativo al peso y la imagen corporal. Casi siempre, al hablar de TCA, pensamos en anorexia y bulimia nerviosa pero podemos incluir otros trastornos como la pica, la rumiación o el trastorno por atracón. En los TCA también encontramos una alta comorbilidad con otros trastornos de ansiedad e incluso con trastornos de tipo emocional como la depresión. En los TCA existe una relación patológica con la comida, y esta relación se basa en compensaciones constantes (a través de la práctica intensa de ejercicio físico, el consumo de laxantes u otras conductas como el vómito). En los TCA hay sentimientos de culpa y malestar emocional, así como una autoimagen pobre e infravalorada. Como otros trastornos mentales, pueden llegar a causar una importante disfuncionalidad en las áreas vitales de la persona, como en la pareja, las relaciones con la familia, los vínculos sociales y el trabajo.
Causas de la aparición de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)
Precisamente los TCA son trastornos en los que observamos una increíble influencia del entorno y la educación. Las causas de la aparición del TCA son multifactoriales (no podemos hablar de una única causa concreta). Existen factores predisponentes en el TCA, como el factor genético (mayor probabilidad si algún familiar ha sufrido TCA), algunos rasgos de personalidad relacionados con la autoexigencia y el perfeccionismo, haber sufrido sobrepeso u obesidad en la infancia, una estructura familiar inadecuada, entre otros muchos factores. Todavía a día de hoy los comentarios acerca de la imagen física son una constante en cualquier conversación cotidiana. En este sentido, los padres y familiares cercanos, la pareja o los amigos y, por supuesto, los medios de comunicación y las redes sociales pueden haber influenciado muy negativamente en el desarrollo de un TCA. Con esto no pretendemos culpabilizar a nadie en concreto, pero sí instar a que tomemos conciencia como personas individuales de cómo nos referimos a nuestro cuerpo o al cuerpo de otras personas, para preguntarnos si hablamos desde el respeto o desde la crítica. Algunos ejemplos de comentarios que pueden ser perjudiciales o hirientes para personas que sufren TCA (o tienen cierta tendencia a padecerlo), son los siguientes:
- “Si hoy ceno esto mañana no desayuno y así compenso»
- “Te sienta bien haber perdido peso, te sobraban esos kilitos”
Muchas de estas frases las habrás escuchado (o dicho) y otras no. En general, comentamos con demasiada fluidez y libertad el aspecto físico de otras personas, sin conocer la historia que hay detrás. Y las personas que sufren un TCA viven este tipo de comentarios con mucho malestar y perturbación, pudiendo ver incluso sus síntomas empeorados.
Tratamiento para el TCA
Por suerte, el tratamiento para el TCA existe. Los profesionales de la salud mental deben evaluar cada caso de manera individualizada y proponer el mejor sistema para la persona, aunque la terapia combinada (farmacológica y psicológica) suele ser la mejor opción. Además, a veces la persona necesita también recibir ayuda especializada en lo que a la nutrición se refiere, siempre abordándolo desde la perspectiva de que existe el TCA de base, para aprender a relacionarse con su cuerpo y con la comida de una manera más saludable.
¿Es posible mantenerte en buena forma física, con una alimentación saludable, sin caer en el TCA?
Y la respuesta es ¡Por supuesto que sí! La alimentación sana y equilibrada pasa por incluir fruta, verduras, carne, pescado, huevos, carbohidratos, etc, en nuestra alimentación todas las semanas, equilibrando las cantidades en función de nuestro gasto energético y de las necesidad de nuestro cuerpo. Si nos resulta difícil adherirnos a estos patrones, un nutricionista puede ayudarnos a ubicar cada alimento donde corresponde, así como a aprender a discernir con qué cantidades mi cuerpo funciona mejor (no siempre comer más es sinónimo de sentirnos con más energía). No es positivo dejarnos llevar por las conductas compensatorias cuando de forma puntual ingerimos más cantidad de alimento del que solemos tomar.
Lo mejor en estos casos es volver a nuestro patrón de alimentación normal, sin caer en ayunos largos o ejercicio físico excesivo. Por supuesto, hay personas que debido a alergias o intolerancias alimentarias tienen ciertas dificultades para equilibrar su alimentación, al no poder incluir ciertos tipos de alimentos pero, afortunadamente, hoy en día existen muchas alternativas para poder seguir manteniendo una alimentación lo más completa y saludable posible. Por supuesto, incluir la práctica de ejercicio físico moderado diariamente nos ayuda también a mejorar la relación con nuestro cuerpo y sentirnos más conectados a la vida saludable, en muchos sentidos. Tratar de reducir el consumo de alcohol y alimentos procesados o “comida rápida” también son pautas a tener en cuenta para mejorar la composición corporal y para encontrarnos mejor con nosotros mismos.